Carta de Marino Zapete a Leonel Fernández


Un consejo al Presidente

No fue casual que usted, en una muestra de sinceridad poco política, dejara escapar en público su firme convicción de que en este país, usted no tiene con quien debatir, porque sus críticos no saben conceptualizar.

Querido profesor:

Durante los años en que usted ha gobernado a nuestro país ha demostrado que no tiene vocación para escuchar y valorar a nadie que le critique. Mucho menos cuando las críticas o sugerencias no provienen de personas que usted considere “prominentes”.

No se parece usted a su maestro, partiendo de que todavía considere como tal al profesor Juan Bosch. Con él aprendí una gran lección en la primera entrevista que le hice ejerciendo el oficio de periodista.

En esa entrevista, que considero histórica en mi carrera, traté de interrumpirlo mientras me explicaba la importancia de diversificar la industria azucarera dominicana, y me llamó la atención de la siguiente manera: me dijo: oiga lo que le voy a decir, y preste mucha atención, porque usted está comenzando a ejercer el periodismo.

Y ahí vino la pregunta: ¿Sabe usted por qué las personas tenemos dos oídos y una sola boca? Y sin llegar a responderle, me dijo: para oír más y hablar menos. Y esto es así, añadió, porque por más que usted sepa, todos los demás juntos deben saber más que usted, y si usted no escucha a los demás, entonces se quedará con el poquito que usted conoce, y no tendrá la oportunidad de aprender lo que saben los demás.

Usted, mi querido profesor, siempre tiene los oídos sellados frente a sus críticos, incluso cuando acepta reunirse con alguien al que supuestamente va a escuchar.

No fue casual que usted, en una muestra de sinceridad poco política, dejara escapar en público su firme convicción de que en este país, usted no tiene con quien debatir, porque sus críticos no saben conceptualizar.

A pesar del origen humilde de su vida, usted no le confiere ninguna calidad a las ideas de personas que no tienen un apellido o un título rimbombante, como si se tratara de una negación de su propia historia.

De todas maneras, quien suscribe, siente el deber ciudadano de advertirle que su trayectoria como gobernante no va por el mejor camino, que está cometiendo errores que mancharán su historia.

En esta ocasión, sólo me referiré a dos temas sobre los cuales le invito a reflexionar. Uno de ellos es la forma en que su figura aparece apadrinando a los actores más corruptos del quehacer político dominicano. El otro es como su persona se va asociando a la idea de un gobierno criminal, asesino de personas humildes.

Antes de descalificar mis reflexiones, haga marcha atrás y revise cómo ha cobijado bajo su sombrilla a una serie de personajes marcados por el crimen y la corrupción con los cuales su maestro jamás se habría juntado por ninguna razón.

En lo que se refiere a la mancha de sangre que comienza a empañar su imagen como gobernante, le recomiendo pedir un simple informe de las decenas de personas humildes, sin antecedentes criminales, que han sido asesinadas sin piedad, y que en un primer momento la Policía ha intentado justificar con el lamentable argumento del intercambio de disparos, y luego se ha comprobado que se trataba de horribles ejecuciones.

Recuerde que la sangre inocente derramada por las víctimas no es responsabilidad exclusiva de la Policía. En esa deuda de sangre se le incluye, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, como jefe del Ministerio Público y como guardián de los derechos de todos los dominicanos y ciudadanas, especialmente del derecho a la vida.

Bájese un momento del “rascacielos” donde se ha mudado junto a sus compañeros de partido y de gestión de gobierno, para que pueda palpar lo que se vive aquí abajo, y para que un día no vaya a despertar sobre un volcán en erupción.

Como le he dicho en los párrafos anteriores, estoy convencido de que usted no tiene vocación para escuchar a la gente de a pie. De manera que no abrigo la esperanza de que tome en cuenta esta carta. Sin embargo, el hecho de que usted no escuche, no es justificación para que no le diga lo que pienso.

Finalizo esta misiva con una cita de quien fuera su maestro, el profesor Juan Bosch, durante la campaña política del año 1982. Aquí está: "Los dominicanos saben muy bien que si tomamos el poder no habrá un peledeísta que se haga rico con los fondos públicos; no habrá un peledeísta que abuse de su autoridad en perjuicio de un dominicano; no habrá un peledeísta que le oculte al país un hecho incorrecto o sucio o inmoral".

Con todo respeto, le saluda su ex alumno.